Anomalisa tiene que ser una película de animación
Publicado el 26 de septiembre de 2020
Ahora que con el lanzamiento de su última película,
I’m thinking of ending things
, Charlie Kaufman está en boca de muchos, me gustaría dejar por escrito una reflexión sobre otra de sus películas,
Anomalisa
. Es una película de animación en stop motion que usa para transmitir la idea de la obra un recurso que sólo sería posible para una película de animación.
Anomalisa
cuenta la historia de Michael, un hombre que está de viaje en una ciudad para acudir a una conferencia. La película nos cuenta los dos días que el hombre pasa en esta ciudad, desde su llegada en avión hasta su regreso a casa. El enfoque de todo lo que se narra está visto desde la perspectiva de Michael. La cámara le sigue sólo a él y explora su experiencia, sus reacciones y su punto de vista de la experiencia. Lo llamativo de la película es que todos los personajes excepto el protagonista tienen la misma cara y la misma voz, incluso las mujeres y los niños. Michael se encuentra inmerso en una marea de gente aburrida e indiferente. Se siente solo, extraño. De repente, se oye una voz de mujer que inevitablemente llama muchísimo la atención. Recordemos que hasta ahora incluso las mujeres tenían todas la misma cara y la misma voz de hombre. Aquí es cuando Michael conoce a Lisa, una anomalía en este mundo aburrido y uniforme que nos plantea Kaufman. Anomalisa. A partir de ahora la película nos cuenta el intento de Michael por ligar con esta mujer en una huida de su monotonía. Lisa tiene una amiga a la que todo le huele un poco raro e intentará hacerla entrar en razón, pero ella importa poco porque tuene la misma cara y la misma voz aburrida que el resto. Al final Michael lo consigue, ambos personajes acaban acostándose. Cree haber encontrado una escapatoria. Hace grandes planes. Dejará a su mujer y a su hijo y se escaparán juntos y serán felices. Sin embargo, a la mañana siguiente, Michael se encuentra acostada a su lado a otra de las mismas caras que llevamos viendo en toda la película. Lisa se ha convertido en una más, y lo que procede a continuación es su intento para librarse de ella y largarse de allí. El último plano, que resignifica toda la película, nos muestra a Lisa y a su amiga volviendo a casa de la conferencia en coche. Ambas tienen su propia cara y su propia voz.
Lo que Charlie Kaufman está haciendo en esta película es, mediante la animación y el recurso de las caras y las voces idénticas, mostrarnos el mundo a través de los ojos de su protagonista. Michael es un hombre que vive ensimismado y su propia negación a fijarse en los demás le impide ver la belleza que hay en el mundo. Como el último plano de la película nos enseña, no es que todos los personajes tengan la misma cara, sino que así es como el protagonista los ve a ellos. Michael no sería entonces un personaje positivo que quiere escapar de la monotonía de una vida aburrida, sino un personaje negativo al que su propio pensamiento le impide disfrutar de su vida. La gente que le rodea no es aburrida. Michael es incapaz de ver lo bueno que hay en ellos y se aleja, convirtiéndose en el héroe solitario de una historia que sólo existe en su cabeza y que resuena más con la burbuja del movimiento incel que con la realidad.
La película también ataca el tópico de la
manic pixie dream girl
, ese personaje femenino extrovertido y divertido que, citando libremente al crítico de cine Nathan Rabin que acuñó el término, sólo existe en la febril imaginación de escritores-directores sensibles para enseñar a las jóvenes almas depresivas a abrazar la vida y sus infinitos misterios y aventuras. La película nos muestra cómo para Michael esa mujer especial con la que estaba planeando huir se convierte en otro personaje aburrido más en cuanto se acuesta con ella. En realidad no es más que otra conquista sexual en la que se fija por pura arbitrariedad y que deja de importarle tan pronto ha tenido lo que quería, incluso si por el camino se ha engañado a sí mismo con todos esos cuentos. Según la película no existe un fenómeno externo lo bastante extraordinario como para cambiar a aquel que no quiere. En realidad, Michael ya tiene todo lo que necesita, y su problema está en no apreciarlo. Su adulterio no es liberador porque su lucha no es externa. No podemos equipararlo a una Emma Bovary encorsetada por una institución opresora que rige su vida. La relación de Michael con Lisa es una de conquista y de ejercicio de su poder como hombre. No es liberador sino perpetrador, y el cambio que necesita no es uno que le vaya a venir mediante la relación sexual con ninguna mujer si no puede dejar de ver a esa mujer únicamente como objeto sexual.
Es curioso que
Anomalisa
, una película del enormemente ensimismado Charlie Kaufman, guionista que sólo sabe escribir sobre sí mismo, tenga como objetivo animarlos a salirnos de nuestro ensimismamiento y a mirar al mundo y a los demás, no en busca de aquello que es extraordinario y que muchas veces sólo existe en nuestras cabezas, sino apreciando la belleza de lo cotidiano, que de tan visto a veces terminamos aprendiendo a pasar por alto. La alternativa es Michael, un hombre frustrado por unos demonios que sólo existen en su cabeza, incapaz de disfrutar de una gente que sí está ahí y le quiere. También es admirable cómo la película es capaz de decir todo cambiando las caras de los personajes, cosa que puede hacer gracias a que es una película animada. Es en el uso que hace de este recurso, en el que son las caras y los timbres de voz de voz de los personajes lo que nos transmite la idea, lo que hace consigue que
Anomalisa
consiga envolver al espectador en su atmósfera casi onírica y de una forma única consiga implantar en él una reflexión sobre sus propias ideas y actitudes.
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