Fotograma de la película Anora. Vemos a cinco personajes, de pie, en la calle. Un joven con una sudadera verde mira a la nada con cara de resaca. Un hombre de unos 50 con un abrigo largo de color beige lo agarra y le increpa mientras gesticula con la mano. A su derecha, una mujer joven con un abrigo muy caro y una bufanda los mira con cara de preocupación y cansancio. A la derecha del todo un hombre con traje y maletín los espera con cara de ir viendo la que se le viene encima. A la izquierda del todo un hombre calvo con plumífero y capucha de sudadera los mira con cara de que todo esto le importa más bien poco.
Anora
es una comedia screwball
Publicado el 17 de noviembre de 2024
Al principio me estaba costando leer
Anora
(Sean Baker, 2024). Durante el comienzo de la película no entendía muy bien qué estaba haciendo ni qué quería hacer. A ratos parecía que iba a ser algo tipo
Showgirls
(Paul Verhoeven, 1995) y a ratos simplemente veía a un grupo de chavales irse de fiesta. ¿Va a ser esto un comentario sobre el trabajo sexual? ¿Una modernización de la Cenicienta? ¿El mito de Fausto? ¿Quién son estos personajes y por qué son así? No me quedaba claro a dónde iba la cosa. Y entonces llega la escena de 25 minutos en la que los matones armenios del padre de Ivan le hacen una visita al chaval en su mansión de Nueva York. Esta escena es graciosísima. Es un caos de gritos y peleas y persecuciones. Hay slapstick, comentarios ingeniosos, cagadas ridículas, momentos de ternura y de violencia sin sentido. Todos estan como una cabra, cada uno va a su bola y todo sale mal. Es buenísima. Esta escena marca además el tono de lo que será el resto de la película. Y también me hace darme cuenta de lo que está haciendo la película: es una comedia screwball.
La comedia screwball (la traducción sería algo así como comedia alocada) es el genero estrella del Hollywood de los años 30. Es el género cinematográfico en el que comenzaron sus andanzas actores como Cary Grant o Katharine Hepburn. Se caracteriza por sus diálogos rápidos e ingeniosos, situaciones ridículas y caóticas, personajes que toman decisiones extravagantes para agravar este caos, personajes femeninos fuertes e independientes y el humor slapstick.
Fotograma de la película La fiera de mi niña, de Howard Hawks. En el plano se ve el interior de un coche, mirando desde fuera, a través del parabrisas. En el coche hay dos personas, interpretadas por Katharine Hepburn, a la derecha, en el asiento del conductor, y Cary Grant, a la izquierda. En los asientos traseros hay un leopardo. Grant mira con terror al leopardo mientras Hepburn conduce con total tranquilidad.
La comedia screwball se practica más bien poco hoy en día. A principios de los 40 el género empezó a pasar de moda y se fueron hiciendo cada vez menos películas. Las comedias de Hollywood girarían hacia otros subgéneros como la comedia romántica, que comparte ciertas similitudes pero tiene convenciones muy distintas y una manera distinta de ver el amor y las relaciones. Lo más parecido que se me ocurre a una comedia screwball reciente sería
The Hudsucker proxy
(Joel y Ethan Coen, 1994), que es directamente un homenaje al género y merece un artículo en sí misma. Y es de hace 30 años. Además,
Anora
me parece algo diferente. Mientras
The Hudsucker proxy
es autoconsciente del hecho de que está haciendo una comedia screwball, y por lo tanto acentúa el uso de tropos y convenciones,
Anora
simplemente es una película más del género. Usa sus convenciones cuando las necesita o le vienen bien y cambia o moderniza lo que haga falta para tener una identidad propia. También está adaptada a hoy en día, lo que viene a significar que sucede en el presente y que tiene más palabrotas y escenas de sexo que lo que se podía filmar bajo el código Hays.
Me parece muy guay la excelente recepción que está teniendo. En la sala de cine en la que la vi la gente se estaba riendo a carcajadas, porque es una película muy graciosa. Es bonito ver que en 2024 un género de cine que lleva décadas casi extinto es capaz de llenar salas, hacer reír al público y ganar la palma de oro de Cannes. Tal vez anime a la gente a ver películas como
La fiera de mi niña
(Howard Hawks, 1938),
Medianoche
(Mitchell Leisen, 1939) o
His girl friday
(Howard Hawks, 1940). Tal vez incluso suponga un renacer del género. Uno puede soñar.
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