El uso que la web3 hace de la tecnología blockchain no resuelve problemas fundamentales de la propiedad privada
Publicado el 5 de abril de 2023
La propiedad privada es complicada. Ante todo, es una abstracción. Los objetos no son propiedad de las personas excepto en las imaginaciones de las personas. Es lo que Harari llama en
Sapiens
una realidad imaginada. Nuestra relación con la propiedad privada es compleja y opera a distintos niveles así que intentar inventar una nueva forma de propiedad privada como pretende hacer la tecnología blockchain es un objetivo ambicioso. En este texto trataremos de entender a grandes rasgos cómo funciona la propiedad privada y de qué forma blockchain, o el uso que hace de esta tecnología la llamada web3, se queda corto en muchos aspectos.
Para objetos pequeños, la propiedad privada viene principalmente definida por la relación espacial entre el objeto y el cuerpo del propietario. Esto es mío porque está en mi mano, o en mi bolsillo, o en mi casa donde sólo yo puedo entrar porque sólo yo tengo la llave. Este sistema se basa principalmente en que por lo general nadie va a tener acceso a ese objeto excepto su dueño y gente que está de acuerdo en quién es su dueño, y por lo general se aplica mediante límites físicos como cerraduras. A una tienda le vale con no dejar salir de ella a nadie con objetos que no ha pagado para mantener las reglas de la propiedad privada. Sin embargo, basta con que el objeto termine en la mano de alguien que no crea en esto (y que corra más rápido que el dueño) para que el sistema falle.
Conforme nos alejamos de los objetos físicos pequeños, la cosa se complica, así que nos centraremos en dos ejemplos: los inmuebles y las cuentas bancarias. La propiedad de los inmuebles (la tierra, la vivienda...) tiene un componente físico, una puerta con cerradura, que sirve para evitar la mayor parte de violaciones del día a día, pero tiene un componente legal más importante que tiene la última palabra, porque si no bastaría con forzar una cerradura y cambiarla para robar una casa. Estamos hablando del registro de la propiedad. El registro de la propiedad es una lista de todos los inmuebles del país y su propietario. Existe un cuerpo de funcionarios, los registradores de la propiedad, cuyo trabajo es asegurarse de que este registro se actualiza correctamente de acuerdo a los cambios que suceden en el mundo. Cada compra y venta de un inmueble requiere la participación de un registrador de la propiedad que deje constancia de esa transacción. En caso de disputa, ante la policía o ante un juez, el registro de la propiedad tiene la última palabra sobre quién es el dueño de un inmueble. Con las cuentas bancarias sucede lo mismo. La banca es un sector fuertemente regulado para asegurarse, entre otras cosas, que cada cuenta bancaria pertenece a una persona (física o jurídica), que las transferencias de dinero entre cuentas suceden correctamente o que no se mueve dinero entre países sin que quede registrado y tribute lo que le corresponde. Por eso el dinero negro se suele mover en metálico. Como decíamos antes, la propiedad privada de los objetos físicos pequeños, como los billetes, es más informal que la de las cuentas bancarias. Para terminar, los estados suelen tener instituciones que aseguran hasta cierto límite el dinero depositado en una cuenta bancaria, para evitar que la insolvencia de un banco afecte a la disponibilidad de dinero metálico de la ciudadanía.
Resumiendo el párrafo anterior, la propiedad de la tierra o de bienes abstractos como el dinero en el banco es complicada y no sucede por defecto. Por eso, los estados tienen sendas instituciones para permitir que este tipo de propiedad privada exista. Estas instituciones tienen dos funciones principales: resolver quién es el propietario de algo, y garantizar su uso. Para lo segundo, existen delitos como el de allanamiento, ocupación o daños a la propiedad, y la posibilidad de la policía de desalojar o desahuciar. En el caso de los bancos, existen instituciones que aseguran el dinero depositado y auditorías externas para asegurarse de que todo sucede de acuerdo a las normas.
La propiedad privada no existe por defecto. Existe porque los estados invierten muchos recursos en mantener instituciones que ganatizan la propiedad y el uso.
Y tras esta “breve” introducción, hablemos de blockchain.
Blockchain es una tecnología que consiste en un registro abierto de transacciones que cualquiera puede copiar y almacenar una copia. La principal ventaja es que usa la criptografía para asegurar una propiedad valiosa: es fácil comprobar a quién pertenece un bien, pero es muy difícil falsificar una transacción. Esto hace de blockchain un sistema de registro muy seguro ante falsificaciones. Las falsificaciones son difíciles porque como decíamos éste es un protocolo descentralizado, en el que no hay una entidad autoritativa, sino que cualquiera puede guardar su copia del registro y cotejarla con la de los demás. Una discrepancia entre distintas copias del registro dejaría a la vista una falsificación que podría ser perseguida y penada.
Se conoce como web3 al conjunto de páginas web que usan la tecnología blockchain como un componente importante de su funcionamiento. Un ejemplo de página web3 podría ser una tienda digital que usa un blockchain para el registro de ventas. Por poner un ejemplo simple, una tienda que vende discos de música y permite a cada persona escuchar los discos que ha comprado. Cada vez que una persona compra un disco en la tienda, se añade una nueva entrada al registro diciendo que esta persona es ahora propietaria digital de este disco. Cada vez que una persona quiere escuchar un disco a través de la tienda, ésta primero comprueba en el registro si la persona tiene el disco y, si lo tiene, le permite escucharlo. Como el registro blockchain está descentralizado y es independiente de la tienda, esto permite a los usuarios comprar, prestar o regalar discos independientemente de la tienda, algo rara vez disponible en este tipo de tiendas digitales y que se parece más a la forma en la que la gente interactúa con discos físicos. Incluso podríamos imaginar negocios secundarios en torno a estos discos, como una tienda de discos de segunda mano que se dedica a recopilar discos que la gente ya no escucha, comprarlos por poco dinero y revenderlos más baratos que la tinda original. Este tipo de narrativas, en las que la propiedad digital se parece más a la propiedad física, suelen ser el principal reclamo de los evangelistas del blockchain.
¿Dónde está, pues, la trampa? El blockchain es un mecanismo eficaz para garantizar la autenticidad de la propiedad. El problema de a quién pertenece tal bien. Por lo tanto, también permite construir sobre él dinámicas que surgen de las reglas de la propiedad, como por ejemplo el préstamo, el regalo, el alquiler, la reventa… Lo que no garantiza de ninguna manera es el uso. Una entrada en el registro no contiene nada excepto la verificación de que alguien es propietario de un bien, pero no contiene ese bien. En el ejemplo anterior de la tienda de discos, es la página web de la tienda la encargada de comprobar si el cliente es propietario del disco y en ese caso dejarle escucharlo o descargarlo. Ahora bien, ¿qué sucede si la página cierra? Cuando uno compra un disco físico, ese disco puede seguir usándose aunque la tienda de discos en la que se compró cierre. La tienda y el objeto son dos cosas desligadas en el momento en el que termina la compra. Sin embargo, este disco virtual es inútil sin la tienda que lo vende. Sí, es cierto, el registro es independiente de la tienda, y aunque la tienda cierre la persona seguirá teniendo el disco a su nombre en el registro. Pero ¿qué más da? ¿Qué valor tiene una entrada en un registro si no significa nada para nadie? ¿Cómo se escucha música en un registro de blockchain?
Las instituciones estatales de las que hablábamos antes para garantizar el derecho a la propiedad privada harán uso en última instancia del monopolio de la violencia que tiene el estado, mediante la policía y el sistema penal, para garantizar el uso de la propiedad privada. La web3 no tiene ningún tipo de institución para garantizar nada. En el momento en el que una empresa decida dejar de ofrecer un servicio, en el momento en el que decida que esas entradas en el registro no significan nada para ella, se acabó su valor, y todos los que hubieran invertido dinero en ser dueños de un bien digital de esa tienda pasarán a ser dueños de una entrada en un registro que no vale para nada. Mientras no sean capaces de resolver este problema, hay poca diferencia entre un bien digital en blockchain de una tienda digital convencional con una base de datos privada. Ambas dan las mismas garantías: más bien pocas.
La propiedad privada digital es un problema muy difícil, que va a necesitar solución en el futuro próximo porque ya es un hecho. La propiedad digital existe de facto. La gente ve páginas como Steam como tiendas, y piensa en su biblioteca de Steam como propiedad suya. Ahora mismo, la propiedad digital ofrece muy pocas garantías al comprador y se sustenta principalmente en que la mayoría del tiempo a las propias tiendas económicamente les conviene más comportarse como la gente espera. Comportarse bien hoy en la mejor forma de seguir teniendo ventas mañana. Pero no dejamos de ver una y otra vez
noticias de tiendas digitales que cierran
y con ello pasan a invalidar todos los productos que se han comprado en la tienda mientras estaba abierta. Sí, la propiedad digital existe y es un problema difícil de hacer bien, con garantías para el comprador. Pero blockchain no es una solución a esto. Soluciona con gran éxito problemas que no son los que afectan a la mayoría, y fracasa estrepitosamente a la hora de solucionar los problemas estructurales graves.
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