Boy erased y The miseducation of Cameron Post argumentan lo mismo pero a distintos niveles
Publicado el 2 de noviembre de 2021
Boy erased
(Joel Edgerton, 2018) y
The miseducation of Cameron Post
(Desiree Akhavan, 2018) a priori podrían parecer la misma película. Ambas se estrenaron el mismo año, tratan el tema de las pseudo-terapias para curar la homosexualidad y tienen un guion muy similar, en el que un adolescente es ingresado en una de estas terapias por su familia, donde evidentemente no logrará cambiar y terminará escapando de alguna forma. Ambas películas denuncian esta práctica, pero lo hacen de forma distinta, para un público distinto y con tesis que lejos de ser redundantes se complementan muy bien.
Boy erased
se centra en mostrar el aspecto inhumano de la terapia de conversión. A lo largo de la película se nos mostrará a los personajes sometidos a un continuo maltrato psicológico, llegando incluso al castigo físico en ocasiones. A los pacientes se les prohíbe contar nada de lo que sucede en la terapia a sus familias. La terapia se introduce al espectador con un montaje en el que, a Jared, el protagonista, se le quita el teléfono móvil y se le explican todas las prohibiciones a las que se verá sometido mientras esté allí. Hasta hay un personaje que parece una versión del instructor de
La chaqueta metálica
(Stanley Kubrick, 1987) que no intenta ser una parodia de sí mismo. Es también importante que el protagonista sea amenazado por su familia para que vaya a terapia. Su padre lo pone entre la espada y la pared amenazándolo con echarlo de casa si no va. Al final, uno de los compañeros de Jared se suicida tras haber sido sometido a un duro castigo físico. En general,
Boy erased
es una película muy dramática, que usa la intensidad de las situaciones vividas por el protagonista para lograr que el público empatice con él.
En cierto sentido,
Boy erased
funciona de una forma muy similar a
Philadelphia
(Jonathan Demme, 1993). Recuerdo una crítica a
Philadelphia
que leí en su momento que explicaba cómo la película hacía un gran esfuerzo por presentar la homosexualidad como algo inocuo. En todo el metraje no se verá en ningún momento al protagonista, interpretado por Tom Hanks, y a su pareja, interpretada por Antonio Banderas, besarse o tener ningún tipo de contacto físico. Hay un gran cuidado en mostrarnos al personaje de Tom Hanks como un hombre bueno al que le pasan cosas malas, por enfocar el conflicto como una injusticia cometida por la empresa al personaje de Hanks y no un castigo que se le aplica por su homosexualidad. La decisión de casting tampoco es arbitraria, pues al protagonista lo interpreta Tom Hanks, famoso por haber dedicado su carrera a interpretar al muy hollywoodiense arquetipo del héroe cotidiano. Hablando mal y pronto, la película estaba argumentando que los gays también son personas. La cosa es que el equipo detrás de
Philadelphia
sabía que en los 90 la homosexualidad era todavía un tema tabú en gran medida, y que todavía producía rechazo en parte de la población, así que una película con vocación de mainstream tenía que adaptarse a las necesidades estéticas del momento, y rebajar sus argumentos a algo que visto hoy parecen evidencias. No tenía como objetivo la sutileza sino poner encima de la mesa un problema. El caso es que la jugada les salió bien. La película terminó recaudando 200 millones de dólares internacionalmente, ganó dos premios Oscar y dos globos de oro y fue importante para ubicar en el imaginario colectivo los derechos LGBT como un asunto de derechos civiles, como lo fueron los derechos de las personas negras en los 50 y 60, y para mostrar el SIDA como un problema de salud pública y no una especie de maldición bíblica sobre los gays.
El registro en el que opera
Boy erased
es muy similar. Su guion es muy tradicional, con grandes acontecimientos dramáticos, monólogos emotivos y un final feliz en el que los padres del protagonista se redimen. El uso de la música es también muy tradicional, con una banda sonora original de música clásica que tiene como objetivo principal resaltar la emoción de esos momentos dramáticos. El protagonista cumple todas las casillas de ser un "buen chico" al que le pasan cosas malas que no se merece. La mayor baza argumentativa de la cinta es que las prácticas llevadas a cabo en las terapias de conversión son lo bastante inhumanas como para que todos estemos de acuerdo en que están mal, se hagan a quien se hagan y por el motivo que sea. Y por un silogismo muy básico, si estas prácticas están mal y en las terapias de conversión se llevan a cabo, las terapias de conversión están mal. La redención de los padres al final es también muy importante ya que ese es el que podríamos identificar como el público objetivo de la película. El verdadero personaje trágico de la obra no sería entonces Jared, sino su padre, que se ve en la decisión de elegir entre su religión y su hijo. Tampoco es casualidad aquí la elección de elenco, con Russell Crowe en el papel de padre. Joel sería entonces un medio para hacer al público empatizar con la persona en esa situación, ver su cualidad de inhumana, y tomar la elección del padre.
The miseducation of Cameron Post
, aunque aparentemente sea una película muy similar, funciona en un registro totalmente distinto. De nuevo, la cinta nos muestra a una joven, Cameron Post, que es descubierta por sus padres en una relación romántica con la que creían que era su mejor amiga, y es enviada a una terapia para curar su homosexualidad. Sin embargo, esta vez la terapia a la que es sometida la protagonista es mucho más "amable". No hay castigo físico, ni vigilancia orwelliana. Los pacientes tienen tiempo libre y la posibilidad de alejarse libremente del centro sin vigilancia a caminar o hacer deporte. El fundamentalismo religioso está bañado por una capa amable en cosas como las sesiones de "religimnasia" o la "arteterapia", y la persona que lleva el centro, que de nuevo es una fanática, al menos esta vez es una psicóloga de verdad. Al final de la película también hay un intento de suicidio, pero mientras que en
Boy erased
esto es casi una consecuencia lógica de los acontecimientos hasta entonces en la película y algo que encaja en el tono de lo que hemos visto hasta el momento, en
Cameron Post
sirve como llamada de atención, como baño de realidad. Y es que la tesis de la película es que la terapia de conversión está inherentemente mal, pues su propio objetivo es dañino para la salud mental y puede llevar al auto-odio y en el peor de los casos al suicidio. Si
Boy erased
se centra en lo inhumano de las prácticas llevadas a cabo por estos centros para argumentar contra ellos, la película de Akhavan hila mucho más fino y es capaz de negar la mayor e impugnar las terapias de conversión en su totalidad.
Hay muchos elementos estéticos que también distinguen a las dos películas. La protagonista por ejemplo es muy distinta. Si hemos dicho que Jared Eamons es el arquetipo del "buen chico", Cameron Post se muestra como una adolescente cualquiera. El objetivo principal no sería lograr la empatía del público mediante el sufrimiento de alguien inocente sino mediante la identificación. Por eso la película insiste en tener pequeños momentos de felicidad esporádicos a lo largo del metraje, como cuando vemos a Cameron subirse a una mesa y cantar una canción que está sonando en la radio, o cuando Cameron y dos amigos vuelven de “hacer senderismo” fumadísimos y se dedican a elucubrar disparates imitando la forma de hablar de la psicóloga. También el final es distinto. Esta vez no hay gran redención de los padres, que en esta película ni pinchan ni cortan, sino que Cameron y dos amigos se escapan del centro y el último plano es de ellos en la parte de atrás de una furgoneta que los lleva lejos, dejando un final abierto, en un registro mucho más nouvellevaguesco y alejado de los cánones de Hollywood. En general la película está mucho más cerca del cine LGBT más independiente que de un guion y estilo más canónicos, con una trama más minimalista, personajes realistas, cercanos e identificables, momentos de felicidad cotidiana y escenas de sexo explícitas.
El objetivo de
Boy erased
es abrir un melón, sacar un tema difícil y exponerlo a profanos, mientras que
The miseducation of Cameron Post
se permite presuponer cierta simpatía a priori para lanzarse a hilar más fino y llegar a donde la primera no puede. Por eso defiendo que ambas películas, lejos de redundar, se complementan muy bien y entre las dos consiguen tratar un tema difícil a distintos niveles, llevando el mismo mensaje a un público más amplio. Este pequeño análisis también debería servir para entender por qué la primera película tuvo una recaudación un orden de magnitud mayor que la segunda.
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