Este texto destripa un importante giro de trama que sucede a la mitad de
(Beth de Araújo, 2022). De hecho, el objetivo de este texto es alabar cómo la película usa el pillar por sorpresa al espectador para reforzar su mensaje. Por ello, se recomienda encarecidamente ver la película antes de seguir leyendo. Proceda bajo su propio riesgo.
sigue a un grupo de supremacistas blancas estadounidenses que se reúnen de vez en cuando para comer pasteles y hablar de cosas nazis. El cartel de la película, en el que se ve una tarta con una esvástica nazi dibujada con un cuchillo, resume bastante bien y con mucha ironía el concepto. Durante la primera mitad, yo creía estar viendo una película de cámara, una de estas películas, a menudo adaptadas del teatro, que suceden en una sola habitación y donde la chicha está en los diálogos. Una comedia negra y satírica al estilo de
(Roman Polanski, 2011). Filmar a un grupo de mujeres que se reúnen para charlar sobre los sudamericanos que vienen a robarles el trabajo y los negros que cometen muchos delitos para intentar mostrar cómo opera el discurso racista en personas cualquiera, alejadas del estereotipo de racista paleto del Ku Klux Klan. La película es muy inteligente con esto. Por eso abre con una primera escena en la que vemos a Emily, la cabecilla del grupo y organizadora de la reunión, en su trabajo de profesora y haciendo compañía a un niño que se ha quedado solo en el colegio porque su madre se ha retrasado y no ha venido a recogerlo a tiempo.
Un tema clave de
es el peligro de los grupos cerrados donde todo el mundo opina igual y se da la razón. Este tipo de ambientes puede causar que ideas que de normal una persona no compartiría e incluso acabaría descartando se retroalimenten, crezcan y se asienten, y son caldo de cultivo para todo tipo de paranoias, extremismos, discursos de odio y teorías de la conspiración. La película también muestra cómo opera el humor, los chistes “políticamente incorrectos”, en este tipo de ambientes. La tarta con la esvástica que hemos mencionado antes permite a la protagonista probar las aguas y tantear si puede hablar sobre ciertas cosas sin perder la opción de escudarse en que era un chiste, nada más. ¿Es que no tenéis sentido del humor? Sin embargo, al ver que el chiste entra, procede inmediatamente al discurso de odio, esta vez sin chiste.
A mitad de la película, la trama da un giro brusco y estas mujeres pasan de charlar sobre qué malos los inmigrantes a allanar la casa de una mujer que se han encontrado mientras iban a comprar más vino. No hay una justificación real salvo que les ha caído mal. El objetivo es cruel: robarle el pasaporte y quemarlo para que la deporten. Estéticamente, la película pasa de comedia negra a thriller. El ambiente deja de ser relajado, los diálogos dejan de ser risibles y la tensión va aumentando constantemente mientras seguimos a estas cuatro mujeres colarse en la casa de alguien y las complicaciones van aumentando.
Este giro sirve para reforzar otra idea clave de la película. Que el discurso de odio no está tan lejos del delito de odio. Sobre todo, que este tipo de grupos cerrados que alientan discursos de odio tienen la peligrosa cualidad de exaltar los ánimos de los participantes y dar rienda suelta a un entusiasmo colectivo al que es difícil dar marcha atrás. Es más fácil despertar el entusiasmo de un grupo de personas que conseguir tranquilizarlas. Y hay evidencia histórica reciente de esto sucediendo una y otra vez. Si miramos atentados pasados perpetrados por supremacistas blancos, muchos habían sido influidos por sitios web como 4chan y teorías de la conspiración como QAnon o la teoría del gran reemplazo. Por eso, cuando las protagonistas de
riñen con una mujer china en un supermercado a mitad de la película, terminan allanando su casa y agrediéndola físicamente. Vienen de haberse pasado la tarde dándose la razón mutuamente de lo malos que son los inmigrantes, están entusiasmadas, se refuerzan las unas a las otras y no tienen a nadie que les diga que paren. Así que la cosa va a más. Alguna propone hacerlo, y las demás le dan la razón sin pensarlo.
El giro es valioso porque es inesperado. Porque uno se espera que estas mujeres se van a quedar en la cháchara. Van a soltar sus desvaríos sobre lo malos que son los negros, van a comerse cuatro pasteles, y a casa a dormir como angelitos. Y la película se queda, como hemos dicho antes, en una comedia negra de cámara. Sin embargo, no sucede así, la cosa va a más y nos pilla por sorpresa. Esta sorpresa sirve para recordarnos que la distancia entre el discurso de odio y el delito de odio no es tan grande y que el segundo viene casi siempre a consecuencia del primero.
El terrorismo estocástico es una técnica reciente usada por grupos extremistas para llevar a cabo ataques terroristas sin tener responsabilidad legal al respecto. A diferencia del terrorismo de los siglos XIX y XX, donde el grupo extremista tiene armas y lleva a cabo la planificación y ejecución del ataque, en el terrorismo estocástico el grupo extremista se dedica simplemente a la propaganda de discursos de odio, principalmente por internet. El objetivo es radicalizar a personas ajenas a la organización mediante este tipo de ambientes cerrados donde todos comparten la misma ideología y las ideas extremistas se retroalimentan sin encontrar ninguna oposición. Estos ambientes llevan a que algunas de estas personas radicalizadas lleven a cabo ataques terroristas organizados por su cuenta, dejando sin ninguna responsabilidad legal a los grupos de propaganda. Esta técnica es ampliamente usada tanto por el terrorismo islámico como por el supremacismo blanco, y ha sido la causa de numerosos atentados terroristas en el siglo XXI.
Volviendo a
, la película nos muestra un ejemplo en miniatura de este fenómeno. Un grupo de personas que llevan a cabo un delito de odio violento a causa de esta retroalimentación de discursos de odio, que sin embargo uno no se habría esperado, ni siquiera como espectador durante gran parte de la película. La película quiere jugar con el “siempre saludaba”, con los estereotipos y las expectativas del espectador sobre quién podría o no cometer un delito de odio, para lograr un mayor impacto de su mensaje. Para eso, hace un juego muy inteligente de combinar géneros, construyendo la película a partir de dos mitades muy distintas pero que se complementan a la perfección.