Por un puñado de dólares y la construcción del duelo final
Publicado el 22 de junio de 2020
De entre toda la filmografía de Leone, destaca mucho la forma en la que en
Por un puñado de dólares
todo lo que sucede en la película conduce a y aumenta la expectativa del duelo final. Esto se irá perdiendo en sus películas posteriores, más largas y con tramas más complejas, hasta el punto de completamente prescindir del duelo final en
Agáchate, maldito
. Por eso quiero hablar de la estructura perfecta de
Por un puñado de dólares
y su apoteósico duelo final.
Este texto hace un análisis casi escena a escena de
Por un puñado de dólares
, de Sergio Leone, estudiando el propósito de esa escena de cara a la construcción del duelo final. Huelga decir que te cuenta el final. Si no has visto
Por un puñado de dólares
, hazte ese favor.<
La película comienza con el hombre sin nombre (Clint Eastwood), que en realidad se llama Joe, llegando a un pueblo de México, cercano a la frontera con Texas. A su llegada lo primero que ve es a un niño que llorando y gritando “mamá” intenta colarse en una casa, en la ventana de la cual podemos ver a una mujer encerrada, para ser echado a patadas por un hombre con cara de malo. Desde el primer minuto Leone está jugando con la simpatía que produce un niño que busca a su madre y la antipatía que produce la crueldad hacia el inocente e indefenso para posicionar al espectador. Y es que pronto descubriremos que el hombre con cara de malo está a las órdenes de los hermanos Rojo.
Marisol secuestrada
Tras un encuentro con el campanero que le cuenta que en ese pueblo sólo hay mercenarios y muertos, Joe llega a la posada, donde pregunta quién manda en el pueblo. El posadero le da de comer y le pide que se vaya de allí, que el único al que le va bien en el pueblo es al fabricante de ataúdes. Hasta le dice que le invita a la comida si se marcha del pueblo cuanto antes. También le cuenta que en ese pueblo hay dos poderosas familias enfrentadas, los Rojo y los Baxter, que una trafica con alcohol y la otra con armas, y se menciona por primera vez el nombre de Ramón, con tono de temor y reverencia. Esta escena consigue tres cosas. Por un lado, Silvanito, el posadero, nos cae bien. Es un buen hombre, que da de comer al protagonista y le pide que se marche por su bien. A lo largo de la película será un refugio constante para el hombre sin nombre cada vez que se meta en líos. Por otro lado, se le da al protagonista la información sobre el estado del pueblo y este traza su plan para enriquecerse, engañando a las dos familias haciéndoles pensar que trabaja para ellos. Por último, se introduce el nombre de Ramón, como figura casi mítica de ser al que temer.
Joe va a la casa de los Rojo a ofrecer su trabajo como mercenario, matando por el camino a cuatro hombres de los Baxter para impresionar a sus nuevos jefes, y allí se encuentra con el hombre con cara de malo de la escena uno, y con dos de los hermanos Rojo. Todos menos Ramón. Pero se habla de él. Joe señala una armadura que ha sido acribillada a balazos y en la que todos los tiros han dado en el corazón. Le explican que es el blanco con el que entrena Ramón.
Armadura
En la siguiente escena destacable el hombre sin nombre y el posadero siguen sin ser vistos a un grupo de militares mexicanos hasta la frontera, donde se encuentran con militares estadounidenses para comprarles armas. Sin embargo, los yanquis eran en realidad hombres de los Rojo disfrazados, que disparan a traición a los soldados mexicanos para robarles el oro. Esta es la escena en la que vemos por vez primera a Ramón, operando una ametralladora gatling con la que masacra a los soldados. También le vemos usar su winchester para acertar en el corazón a un superviviente que huye a caballo a lo lejos. Más adelante hay una fiesta para celebrar el oro robado. Aquí es cuando Ramón le dice a Joe la lapidaria frase “si alguien armado con un revolver se enfrenta a alguien armado con un winchester, es hombre muerto”. También vemos una demostración de Ramón disparando a su armadura, contra la que descarga el cargador entero y acierta todos los tiros en el corazón. Leone hace constantemente todo lo posible por meter al espectador en la cabeza lo peligroso que es Ramón.
Ramón disparando al soldado que huye
Otro momento importante es cuando el protagonista descubre que la mujer de la primera escena, Marisol, ha sido secuestrada por, no es difícil de imaginar, Ramón, arrebatada de su marido y su hijo y retenida en la casa de los Rojo contra su voluntad. El personaje de Clint Eastwood la rescata, la lleva con su marido y su hijo y les da dinero para que huyan, e intenta atribuir el rescate a los Baxter, pero es descubierto por los Rojo, apresado y torturado para intentar averiguar dónde está Marisol. No lo dice. El objetivo de esta escena es funcionar algo así como una escena de salvar al gato. Hasta ahora el protagonista se ha movido únicamente movido por la avaricia, haciendo aquello que le reportaría el mayor beneficio económico. Al llevar a cabo este acto desinteresado, que además termina muy mal para él, consigue la simpatía de los espectadores, que será necesaria para dar emoción al duelo final.
Por último, el hombre sin nombre consigue escapar y con la ayuda del fabricante de ataúdes se refugia en una cueva. Como consecuencia de esto vemos a los Rojo, buscándolo, prender fuego a la casa de los Baxter y matar a todos los miembros de la familia, en un acto de crueldad desmesurada y completamente injustificada, y torturar a Silvanito, un personaje que nos caía bien.
Los Baxter saliendo de su casa en llamas
Y llega el duelo final. El hombre sin nombre, ya recuperado, descubre que han descubierto a Silvanito mientras intentaba salir del pueblo para llevarle comida y lo van a matar. Así que recoge su revolver y marcha hacia el pueblo para enfrentarse con los Rojo. En este momento el protagonista tiene tanto motivos personales (venganza por la tortura, rescatar a la única persona del pueblo que ha sido amable con él), como éticos (la película nos ha dejado bien claro lo malo que es Ramón y que Joe en el fondo es bueno) para enfrentarse a los hermanos Rojo. En la plaza le esperan los tres hermanos y el tipo de la primera escena. Ramón está armado con su winchester. Joe está demasiado lejos para disparar con su revolver, y avanza lentamente. Primeros planos. El tiempo se dilata. La música de Ennio Morricone baña todo de epicidad. Podemos ver a los personajes cubiertos en sudor. Es un momento muy tenso. A la que intenta acercarse, Ramón dispara con su rifle y lo derriba. Pero el protagonista se levanta, y sigue avanzando. Ramón vuelve a disparar, el hombre sin nombre se tambalea, pero sigue. Esto se repite unas pocas veces más. Ramón se ha quedado sin balas. Los Rojo no dan crédito. El hombre sin nombre se levanta el poncho y debajo vemos una placa de hierro, con una marca donde ha golpeado cada bala, todas a la altura del corazón. Clint saca su revolver y dispara tres veces, matando a todos menos a su principal antagonista, y desarmando a este. Le reprocha a Ramón eso de que “si alguien armado con un revolver se enfrenta a alguien armado con un winchester, es hombre muerto”. Descarga su revolver y lo tira al suelo. Ganará el más rápido. Los dos se lanzan corriendo a por su arma, cargan y Joe dispara primero. Ramón cae al suelo, muerto.
Se revela la placa de hierro
El duelo final de
Por un puñado de dólares
es tan emocionante porque en él está recogida toda la película. Por un lado las motivaciones, tanto éticas como personales, que mencionábamos antes. El hecho de que la audiencia va con el protagonista, porque consigue simpatizar con él, mientras que el malo es lo más cercano a un malo químicamente puro que el western nos ha dado. Por otro lado, el cómo recupera información que se nos ha ido dando a lo largo de la película como que Ramón siempre acierta en el corazón o la frase sobre el winchester y el revolver. El hecho de que la película entera esté construida para conducir a ese duelo final es lo que hace del duelo tan memorable y único, y sin duda mi favorito de toda la filmografía del director italiano.
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