El disfrute de Showgirls no tiene por qué ser irónico
Publicado el 30 de septiembre de 2020
No sería exagerar decir que
Showgirls
(Paul Verhoeven, 1995) es una película polémica. No sólo por su uso del desnudo y su representación de los espectáculos que usan el cuerpo de la mujer para placer del público principalmente masculino, sino porque nadie parece ponerse de acuerdo en si la película es buena o mala, y por qué.
Showgirls
tuvo un estreno desastroso en el que fue destrozado por la crítica, escandalizó al público y no consiguió recuperar su abultado presupuesto de 40 millones de dólares. Hundió la carrera de Elizabeth Berkley, que venía de la televisión y esperaba con esta película lanzar su carrera de actriz en Hollywood. También ganó un puñado de premios Razzie, incluidos peor película y peor dirección. De hecho, Verhoeven se convirtió en la primera persona de la historia en recoger un Razzie en persona. Y es que es muy fácil sacarle peros a la película. Las actuaciones son exageradas y parodiables, y los momentos icónicos lo son más de la forma en la que lo es el “Oh, hi Mark” de
The room
(Tommy Wiseau, 2004) que el “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais” de
Blade runner
(Ridley Scott, 1982). Los Ned Flanders del mundo pudieron disfrutar de un despliegue de desnudos de dos horas ante el que poner el grito en el cielo, mientras que la gente que iba buscando tetas se encontró con posiblemente una de las películas menos sexis que se han rodado. El trato del sexo en la película es muy incómodo, y todo lo relacionado con él es más grotesco que otra cosa. Es como si estuviera riéndose de esos espectadores poniéndoles un espejo delante.
Con el tiempo, la película fue acumulando un seguimiento de culto, basado principalmente en el disfrute de la película desde el camp. El es tan mala que es buena, vamos.
Showgirls
acogió en un fenómeno parecido al de
The room
un seguimiento basado en proyecciones de medianoche en las que reírse de la película y representaciones paródicas en teatro en las que exagerar hasta el absurdo escenas como la del restaurante en la que Nomi derrama las patatas fritas en una de sus reacciones excesivamente emocionales. Incluso el propio Verhoeven se subió al carro del camp y a partir de un punto comenzó a intentar cambiar la narrativa del rodaje y convencer al mundo de que su objetivo desde el principio era crear algo kitch para ser disfrutado desde la ironía.
Pero la película no había sido pensada como tal. Al menos no en un principio. El documental
You don’t Nomi
(Jeffrey McHale, 2019) explica cómo con el lanzamiento de la película se publicó un libro sobre ella donde, entre otras cosas, podemos encontrar escritos del director sobre los temas que intenta tratar. Era completamente serio, escrito con la expectativa de que la película fuera un éxito y aclamada por la crítica, y el libro diera a los fans una capa extra de profuncidad en su lectura de la obra. El documental lo describe como un folleto publicitario del Titanic. La existencia de este libro deja ver que hay una lectura seria de Showgirls y de hecho es la forma en la que la película fue concebida. Y es que, a pesar de todo lo criticable, lo sobreactuado, lo excesivo... a mí me gustó
Showgirls
, de forma sincera, sin un ápice de ironía.
El melodrama, entendido como el drama en el que hay mucho en juego y por lo tanto la intensidad de las emociones y las reacciones es alta, es un género curioso, porque sólo permite dos tipos de experiencia. Si consigue capturar al espectador y crear una gran implicación emocional, puede ser una experiencia muy poderosa y permitirse explorar las emociones humanas en situaciones alejadas de lo cotidiano. Sin embargo, en el momento en el que se rompe la suspensión de la desconfianza y el espectador es capaz de dar un paso atrás, se ve ridículo. Las reacciones de los personajes, en vez de ser proporcionadas a los problemas a los que se enfrentan, se presentan exageradas y la experiencia se vuelve una bola de nieve en el que cada acto contribuye a romper más la suspensión de la desconfianza, a alejar al espectador de la película y de los personajes, y en general a aumentar la sensación de estar viendo algo ridículo e irrisorio. En este caso las opciones que le quedan a uno son dejar de ver la película o reírse de ella. Mientras que la segunda es la forma más común en la que la gente se enfrenta a
Showgirls
, no es la única. Es totalmente posible que ese mundo de neones y bailarinas lo atrape a uno y lo tenga en trance a lo largo de toda la historia. Vamos, conozco al menos un caso en el que se ha dado, y para una prueba de existencia eso nos basta. A mí la película me cautivó ya desde ese primer plano secuencia increíble en el que la cámara sigue a Nomi por un polígono industrial y la rodea mientras ella mira a la carretera y se pone a hacer autostop, y no pude apartar la mirada de la pantalla hasta el final.
Paul Verhoeven es un director crítico y transgresor, y siempre ha tenido una gran fijación por el sexo. Sin embargo, en su etapa de Hollywood se ha centrado más en la violencia, con sendas críticas a la policía, el ejército o la admiración que la cultura estadounidense tiene hacia las armas, y el sexo ha estado siempre en un segundo plano, sobre todo comparado con sus películas europeas. Recordemos que Estados Unidos tiende a ser por lo general más puritano que Europa en lo respectivo al sexo en los medios. En
Showgirls
el director holandés quiso cambiar esto y poner el foco en la misoginia de la industria de los espectáculos eróticos de Las Vegas. En la película, Nomi es una chica que viaja a Las Vegas con el objetivo de convertirse en bailarina, y por el camino tendrá que pasar por el streaptise, la arbitrariedad de hombres poderosos y la competición con otras chicas que buscan abrirse camino a través del mismo infierno. La razón por la que me he referido a ella antes como la película menos sexi jamás rodada es porque, a pesar de estar llena de desnudos y escenas de bailes eróticos, la cámara adopta una actitud distante, su atención no está en las mujeres sino en la totalidad de la escena, en los hombres que las miran, en el jefe que se lucra de todo ello, en el backstage donde la siguiente chica se prepara para salir... Desde esa perspectiva resulta antes asqueroso que erótico. Por no hablar de que es difícil como espectador de repente pasar a ver como mero objeto sexual a un personaje al que llevamos toda la película siguiendo a través de sus dificultades personales y económicas. Al poner el punto de vista en el personaje de la streaper el espectador experimenta la historia desde sus ojos y durante estas escenas siente la repugnancia que ella siente. Éste es uno de los puntos más fuertes de la película: la forma en la que desafía a su audiencia mostrándoles una perspectiva alternativa del trabajo sexual a la que ellos tienen, y que es especialmente rara en una industria que tiene como reclamo la fantasía de girar completamente en torno al hombre cliente. También es seguramente una de las razones del rechazo que provocó en parte de la audiencia, que seguramente no querría ser desafiada en ese aspecto.
Cuando se ve desde esta perspectiva, también se cae la acusación de misoginia que suele recaer sobre ella. Que esté llena de personajes de hombres misóginos no significa que la película sea misógina, de la misma forma que
Breaking bad
(Vince Gilligan, 2008-2013) no es una defensa del narcotráfico a pesar de estar llena de narcotraficantes. La película no es misógina porque trata sobre los vaivenes de la vida de una chica en un mundo controlado por hombres misóginos, compitiendo contra otras chicas que aceptan las reglas de ese juego perverso. Es Las Vegas y su industria del espectáculo lo que es misógino, la película lo refleja y de hecho critica la forma en la que esta industria controla la vida de las mujeres que trabajan en ella. Si la película termina con una violación es precisamente porque esa es la consecuencia que Verhoeven nos dice que tiene convertir a la mujer en un objeto para disfrute del hombre.
Además de esto, la película está, en lo técnico, magníficamente rodada. Antes mencionaba el plano secuencia inicial que es nuestra primera presentación de la protagonista y que me enamora completamente. Cómo comienza siguiéndola por la espalda con un plano bastante amplio para que nos fijemos sobre todo en su ropa y en el entorno, ubicando la acción, para luego pasar en un giro de 180 grados en el que orbita a su alrededor a casi un primer plano de su cara en el que la vemos mirando con determinación a la carretera, y volver a alejarse para poder verla haciendo autostop. Es un plano lleno de energía que nos sumerge de golpe en la película. Mencionábamos antes también el trabajo de cámara durante las escenas eróticas que hace muchísimo para transmitir la sensación de incomodidad que la película busca. Son increíbles los juegos de espejos en los camerinos a lo largo de toda la película, en los que la ubicación de los personajes, el decorado y la cámara está medida al milímetro para ver a los personajes a la vez desde varios ángulos. Los números musicales son explosiones de color y danza donde se rinde homenaje al cine musical clásico más espectacular, con decenas de bailarinas ejecutando complicadas coreografías en escenarios barrocamente decorados, y la iluminación de las diferentes escenas prácticamente nos tira a la cara la sensación que la escena nos debería estar transmitiendo, como cuando el productor interpretado por Kyle MacLachlan coge la llamada de teléfono de la que depende la carrera de Nomi en un escenariode teatro vacío, iluminado por una tenue luz roja y con un ominoso volcán detrás. Es un estilo recargado, exagerado, al que se une el escenario recargado y exagerado que es la ciudad de Las Vegas, pero donde toda esa estilización rema consistentemente en la misma dirección que la trama y que lo que la obra quiere decir.
No me voy a meter en si
Showgirls
es una buena o mala película, pero creo más que evidente que es una película hecha con intención que tiene cosas que decir y que está magistralmente rodada. Es perfectamente posible disfrutar de ella sin un ápice de ironía, sumergiéndose en el mundo que nos plantea Verhoeven, siguiendo a su carismática protagonista por sus miserias y sus conquistas, y apreciando la forma en la que intenta ampliar nuestra perspectiva de un tema considerado habitualmente tabú. Escribo este texto principalmente con el objetivo de organizar mis ideas respecto a mi propia reacción a
Showgirls
, sobre todo al descubrir tras ver
You don’t Nomi
que la mía ha sido distinta a las que son las reacciones más comunes. También pretende ser un ejercicio de honestidad y de aceptación de los gustos de uno mismo, intentando evitar este vicio tan común y tan poco sano de esconder o reprimir los propios gustos e intentar sumarse a la opinión más establecida.
Logo of RSS.