Mientras veía
(David Lynch, 1999) la pregunta que me estaba haciendo todo el rato es por qué quiere este pobre anciano hacer su viaje en cortacesped. Vale, un poco de contexto.
trata sobre Alvin Straight, un hombre de 73 años de un pueblito de Iowa que, al enterarse de que su hermano, que vive en otro pueblito de Wisconsin a 500km de distancia, ha tenido un infarto hace el viaje para visitarlo montado en un cortacesped de John Deere a 8km/h a lo largo de 6 semanas. Straight no tiene ninguna necesidad de hacer ese viaje en cortacesped. Podría haber ido en autobús. Podría haber encontrado a alguien que lo llevara en coche. A lo largo de la película varias personas se ofrecen a llevarlo en coche y cada vez él rechaza la oferta. Tiene que hacer ese viaje por su cuenta. ¿Por qué?
Un tema muy importante de la película es la salud. Hay que recordar que trata sobre un hombre de 73 años visitando a su hermano de 80. La motivación de ese viaje es que al hermano le ha dado un infarto y está todo el rato en el aire la idea de que posiblemente esta sea la última vez que estos dos hermanos se vean. Hay una gravedad en esta aventura que le da este aire transcendente. La película abre con Straight cayéndose en su casa y siendo incapaz de levantarse sin ayuda. Su hija lo lleva al médico y éste le encuentra mil cosas. Straight no puede conducir porque ve mal. Le cuesta andar y necesita dos bastones para ello. Es un hombre anciano y enfermo que ve cómo los últimos reductos de su agencia se le escurren entre los dedos. En un diálogo que tiene con unos ciclistas hacia la mitad de la película uno le pregunta que qué es lo peor de hacerse mayor y Straight contesta que lo peor es acordarse de cuando era jóven.
Al reflexionar sobre esto es cuando todo hizo clic. Alvin Straight necesita hacer este ridículo viaje en cortacesped porque necesita sentir que todavía puede hacer cosas por su cuenta, que no depende de los demás para todo. El viaje de semanas en cortacesped a través del Midwest estadounidense es un acto simbólico de reclamar su agencia. La película es interesante en cuanto a cómo me hizo sentir. Al principio veía al personaje como a un viejo extravagante con una idea loca, una curiosidad, una rareza, algo que produce una mezcla de risa, asombro, curiosidad y un poco de vergüenza ajena. Conforme avanza la cinta y se suceden las escenas cada vez empatizo más con el que no es más que un pobre hombre acosado por sus recuerdos, arrepentimientos y achaques en un último acto desesperado por no rendirse ante la inevitabilidad.
Cuando le quedan 100 kilómetros para terminar su viaje y lleva ya 400 recorridos un hombre al que conoce en el camino le ofrece llevarlo en coche hasta casa de su hermano. No queda nada y pueden llegar hoy mismo. Straight lo rechaza y le dice que necesita hacer este viaje por su cuenta. "Eres un buen hombre discutiendo con un hombre testarudo" le dice. A estas alturas de la película, como espectador puedo ver ya que no es mera cabezonería lo que lleva al protagonista a rechazar esa ayuda. Llegados a este punto el simbolismo del viaje como lucha por mantener la capacidad de hacer cosas ante la vejez y la enfermedad es más que evidente y uno no puede sino preguntarse qué haría si estuviera en esa situación. Visto así la cabezonería de Straight no es tan disparatada y no parece tan remota la idea de ser uno mismo quien se monte en el cortacesped para conducir lentamente hacia el horizonte.