es un juego de puzles diseñado por Jonathan Blow, que tiene uno de los diseños de puzles más únicos y sorprendentes que he tenido la oportunidad de jugar, además de una visión autoral consistente y coherentemente transmitida mediante las mecánicas y el diseño de la obra. En este texto quiero poner por escrito un par de las cosas que me parecen más destacables.
El juego hace especial hincapié en la comunicación no verbal. Todo en el juego se enseña a través de las propias mecánicas del juego, sin una sola palabra. Al principio, el jugador se encuentra en un túnel. Sólo puede ir hacia delante, y se encuentra con el primer panel del juego.
Si no parece muy difícil es porque no lo es. Pero presenta al jugador la mecánica esencial del juego: paneles en los que hay que encontrar el camino desde el círculo que marca el inicio hasta el saliente que marca la salida. El resto del juego itera sobre esta idea, añadiendo más complejidad. Puntos por los que la línea tiene que pasar o cuadrados de diferentes colores que la línea tiene que separar son dos de los primeros modificadores a los que el jugador se enfrenta y que se van combinando para acabar creando rompecabezas que hacen honor a la palabra.

Pero lo más brillante de esto es que cada mecánica se enseña mediante niveles en los que el jugador se enfrenta a ella, y son los propios niveles, mediante la disposición de sus elementos, los que enseñan al jugador, sin una sola palabra, cómo se juega. Por ejemplo, en el primer nivel con cuadrados blancos y negros hay tan solo dos cuadrados, uno blanco y uno negro, y tanto el principio como el final están en el centro. La solución más rápida, la línea recta, es la solución correcta. En el segundo el principio se ha movido abajo y el final arriba. Esta vez el jugador tiene que cruzar deliberadamente por el centro para completar el nivel. El nivel sólo tiene tres soluciones posibles así que se puede sacar a la fuerza bruta, permitiendo al jugador experimentar y sacar conclusiones de por qué una de las soluciones es correcta y las otras dos no sin frustrarlo porque tarda mucho en encontrar la solución sin entender nada. Poco a poco, la complejidad de los niveles va aumentando, y conforme avanza el jugador va desarrollando una intuición de cómo se resuelven este tipo de problemas que termina con una clara comprensión de su funcionamiento. “Tengo que separar los cuadrados blancos de los negros con la línea que trazo” termina pensando el jugador.

Estos momentos de epifanía, sobre todo con reglas más complicadas, son realmente satisfactorios, porque provienen de un ejercicio activo del jugador por entender las reglas del juego.
no funcionaría en absoluto tan bien como lo hace si en ese primer puzle añadiera una caja de texto diciendo “Separa los cuadrados blancos de los negros”. También hay que alabar que, si esta aproximación a la forma de comunicar funciona, es gracias al magnífico diseño de los niveles tutoriales, donde todo está colocado a la perfección para facilitar la comprensión por parte del jugador. Hay un verdadero ejercicio de empatía en el diseño de niveles de
para intentar ponerse en el lugar del jugador y construir algo que no sólo es superable con el conocimiento actual que posee, sino que además contribuye a aumentarlo.
Pero si hay algo realmente fascinante en
, más allá de su impecable artesanía en el diseño de tutoriales digna del mismísimo Shigeru Miyamoto, es la forma en la que funde el gameplay y el escenario y los hace uno, incentivando constantemente al jugador a que busque nuevas formas de mirar a los problemas. Desde paneles transparentes donde las rocas del fondo marcan los obstáculos a evitar a paredes creadas por las sombras de los árboles que tenemos detrás o cristales de colores que, al mirar el panel a través de ellos, cambian los colores de los cuadrados a separar,
está constantemente animándonos a que busquemos nuevas formas de mirar a los problemas, a no obcecarnos en una idea y probar variaciones una y otra vez hasta que funcione o nos frustremos y queramos dejar el juego. En vez de eso, dar un paso atrás y mirar con más perspectiva. ¿Qué es lo que no estamos viendo? ¿Cuál es esa cosa importante que hemos pasado por alto y es la clave de este problema?>

Hay un fantástico nivel que está formado por cuatro laberintos, que el jugador puede ver desde lo alto de una torre. Cada uno de esos laberintos tiene un panel que, aunque parece simple, rechaza la mayoría de las soluciones que intentemos darle. Si miramos mejor nos damos cuenta de que cada panel se corresponde a uno de los laberintos. Pero es que hay más. El primer laberinto tiene vallas que impiden el paso, y sólo hay un camino posible que el jugador puede hacer desde el inicio hasta la salida. Si probamos ese camino en el panel descubrimos que efectivamente es la solución. El segundo no tiene vallas, pero si nos fijamos bien la hierba es más alta en algunas zonas que en otras. Probamos a evitar en el panel las zonas de hierba alta en el mundo
. En el tercero hay que volver a cambiar la forma de mirar. ¿No hacen los pasos del jugador más ruido en unos pasillos que en otros? Cada nivel de
nos anima a mirar con una nueva perspectiva y descubrir cosas de los problemas que intentamos solucionar que ni habíamos imaginado que estaban ahí.


Y es que de eso va el juego. De perspectiva. De nuevas formas de mirar. Incluso la comunicación no verbal es un medio para esto, pues ya desde el principio el juego nos está exigiendo una actitud activa, abierta a experimentar y a jugar con las reglas y los niveles, que nos será esencial para poder enfrentarnos a los problemas cada vez más difíciles que se nos irán planteando conforme avanzamos. Y me gusta pensar que el jugador, al haber jugado a
, además de unos buenos ratos y un gran diseño de niveles se lleva consigo esa lección, la de buscar nuevas perspectivas a la hora de abordar un problema, la de no quedarse con lo que ya sabe y por eso preguntarse siempre qué es lo que no está viendo. Una lección que se ha enseñado no mediante la palabra o la observación, sino mediante la acción. Mediante el juego. Porque el jugador lo ha practicado constantemente y lo ha visto funcionar entiende el valor de esta actitud y estará más dispuesto a incorporarla en su vida.